miércoles, 30 de abril de 2008

María, hermana de Moisés

  • María, hermana de Moisés

"Porque yo te hice subir de la tierra de Egipto, y te redimí de la casa de servidumbre; y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María (Miriam)" (Miqueas 6:4).

Léase: Exodo 15:20, 21; Números 12; Miqueas 6:4

Miriam o María es una profetisa y cantora de Israel. Es una de las mujeres que, como Débora, fue elegida y capacitada por el Señor para contribuir a la redención de su pueblo.

Era bastante mayor que Aarón y Moisés. De su encuentro con la princesa egipcia en el Nilo sabemos que era una chica sagaz. En efecto, Joquebed, su madre, podía encargarle el cuidado y supervisión del pequeño Moisés sin vacilación. Y aunque fue ella la que salvó la vida de Moisés, siempre se la ve en compañía de Aarón y no de Moisés. Esto es perfectamente natural. Moisés había vivido en el palacio y asistido a las escuelas de los egipcios. Luego, poco después de su primera aparición pública había tenido que emigrar a Madián. Entretanto, María y Aarón vivían juntos en su hogar tranquilo en Amram. Fue por esto que María no conocía a Moisés a fondo.

Por el contrario había una relación íntima entre María y Aarón. Duró toda su vida, y se vislumbra en ella, tal vez, un poco de celos con respecto al hermano menor. Sabemos, por ejemplo, que en el desierto de Sinaí, María y Aarón se opusieron a Moisés. Lo hicieron bajo el pretexto de que se había casado ilegítimamente con una mujer de los cusitas. En esta oposición fue María y no Aarón quien tomó la iniciativa. Esto es evidente del orden de sus dos nombres en Números 12:1: "María y Aarón hablaron contra Moisés." María era la instigadora y la que tomó la palabra. Fue sobre ella que cayó la terrible maldición de la lepra.

El que la mujer etiópica de Moisés sirvió sólo como una excusa y pretexto para la rebelión, se hace evidente del contenido del argumento de María contra Moisés en que ni se menciona la mujer. La protesta era para subrayar que Dios había hablado también a través de ellos, no sólo de Moisés; se implica que no estaban muy dispuestos a aceptar la autoridad superior de Moisés. Esta rebeldía no fue vista con buenos ojos por Dios, como lo muestra el versículo 6 y siguiente: "Moisés es fiel en toda mi casa. Boca a boca hablaré con él y claramente y no por figuras... ¿Por qué, pues no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés." María fue castigada a permanecer siete días fuera del campamento y esto sólo después que "Moisés clamó a Jehová, diciendo: "Te ruego que la sanes ahora." Al fin fue restablecida y "María pudo reunirse con ellos".

A partir de este incidente no se nos habla más de María. Al parecer, el don de profecía la había abandonado. Sólo sabemos que cuando murió fue sepultada en Kades. No se añade nada al comentario de que Israel lamentó su muerte.

Los días más brillantes de la vida de María fueron, pues, no los del desierto del Sinaí o de Kades, sino los que pasó junto al Mar Rojo. Eran los días después que Moisés, al regresar de la experiencia de la zarza ardiente, para revelar a los esclavizados hebreos la voluntad de Dios respecto a ellos, mostró a Faraón sus señales. Cuando salieron de Egipto y cruzaron el Mar Rojo no se nos hace mención alguna de los celos de María de su hermano menor. Entonces creía en la vocación de Moisés. Como profetisa se añadió a Moisés y a Aarón en su empresa común. Tomó su lugar a la cabeza de las mujeres de Israel y con entusiasmo cantó las alabanzas a Dios junto a las dunas del Mar Rojo.

Esta tiene que haber sido una escena impresionante. Israel se halla a salvo en la otra orilla. Faraón y sus hombres y sus caballos han sido tragados por las aguas. Moisés reúne a los hombres y María hace lo mismo con las mujeres. Dan una mirada a las aguas tranquilas ahora, sepulcro de los orgullosos egipcios y ven a la otro orilla, al aborrecido Egipto. Luego en un magnífico coro de instrumentos y voces, prorrumpen en alabanzas al Señor. María ya era de avanzada edad, se nos dice, pero su cara volvería a resplandecer hermosa como en los años de su juventud. Sosteniendo un pandero en la mano y acompañada de las otras mujeres danzando les respondía: "Canta a Jehová, porque en extremo ha triunfado gloriosamente; ha echado en el mar al caballo y al jinete."

En aquel tiempo María creía; con todo, el orgullo y los celos estaban agazapados en su corazón. Se entusiasmó por la gloria de Moisés y todavía más por los grandes hechos del Señor. María alcanzó su mayor grandeza en aquella ocasión.

Pero la fe oscila. Por ello cayó María. Apareció en la superficie lo que llevaba escondido. Murmuró contra Moisés y se rebeló contra el Señor su Dios. Dios tocó su corazón, curó su leprá y la libró de su rebeldía e incredulidad.

Preguntas sugeridas para estudio y discusión:

1. ¿Qué sabemos de la vida de María en su juventud?

2 .¿Con quién fue criada? ¿Tuvo algún efecto esto en su vida ulterior? ¿En qué sentido?

3. ¿Dónde se manifiesta la cumbre de su fe?

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