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La Reina Vasti
"Mas la reina Vasti no quiso comparecer a la orden del rey enviada por medio de los eunucos; y el rey se enojó mucho, y ardía en ira" (Ester 1: 12).
Léase: Ester 1
Vasti es una figura noble. Es verdad que desobedeció a su rey y marido, Asuero, pero su desobediencia estaba justificada. Nadie va a defender que una esposa tenga que someterse a su marido de modo incondicional.
Se celebraban grandes festividades en Persia. El reino de Asuero habla alcanzado enorme extensión. Hacía tres años que él reinaba. Todo Susa, la capital, estaba llena de personajes que habían llegado de numerosas partes del imperio. El rey celebraba banquetes a diario. La reina también hizo banquete para las mujeres. Y según leemos en el libro de Ester, «el séptimo día, estando el corazón del rey alegre del vino, mandó que Vasti se presentase ante el banquete, para mostrar a los príncipes congregados allí la belleza de la reina, porque era muy hermosa».
Es posible que Vasti fuera una mujer orgullosa, pero pensar que el motivo de su negativa a presentarse al banquete era solo el orgullo sería un grave error. En Persia, las formas sociales dictaban que las mujeres quedaran recluídas, nunca aparecían en banquetes públicos delante de los hombres. Vasti comprendió que un requerimiento así solo podía explicarse por el exceso de vino que había ingerido el rey que quería jactarse de poseer una mujer tan hermosa, y mostrarla como si fuera un caballo o un objeto.
Vasti sabía con toda seguridad cuáles serían las consecuencias de su negativa. A pesar de ello se negó a presentarse. Demostró que consideraba de más valor su dignidad como mujer que el mismo favor del rey ante el desdoro de exhibirse socialmente.
Se nos dice que Asuero se enojo mucho y ardiendo en ira preguntó a sus consejeros (era hombre legalista) qué había que hacer con la reina. El consenso fue que la reina había pecado contra el rey y contra todos los príncipes y contra todos los pueblos, nada menos. El argumento clave usado por estos consejeros fue que «cuando llegara a los oídos de las mujeres este hecho tendrán en poco a sus maridos». El consejo fue seguido y Vasti no pudo presentarse más delante del rey. La ley ordenaba también «que todo marido fuese señor de su casa».
Por lo que a nosotros afecta sabemos que la ley de Dios ordena que el hombre sea el señor de la creación, según vemos en la historia del Paraíso, por tradición seguida prácticamente en todos los pueblos. Esta prerrogativa ha sido usada con arrogancia por los hombres como un arma para mantener esclavizadas a sus mujeres, especialmente en los pueblos no cristianos. Es innecesario el sufrimiento que ello ha acarreado a la mujer en el curso de los siglos.
Por lo que respecta a Israel esta ordenanza fue restaurada a su significado primitivo. Entre los judíos la mujer ha tenido siempre una posición dignificada. El cristianismo ha contribuido también a La liberación de la mujer de todo lazo de servidumbre que pudiera infringir en su dignidad apropiada. El apóstol Pablo nos dice que la esposa ha de estar sometida a la autoridad del marido en el hogar. Pero no cabe la menor duda que cualquier exigencia del marido contraria a las leyes de Dios ha de ser rechazada por la mujer. Lo mismo se aplica a lo que afecta a su dignidad como mujer.
No podemos olvidar que ha habido ocasiones en que la mujer ha abusado también de sus derechos y procurado subyugar al marido, rechazando totalmente la ordenanza de sumisión. Dios no puede permitir ni lo uno ni lo otro.
Preguntas sugeridas para estudio y discusión
1. ¿Qué podemos admirar en la reina Vasti?
2. ¿Fueron sus acciones en consonancia con las enseñanzas de la Biblia?
3. ¿Fueron sus acciones aprobadas por los príncipes persas?
4. ¿Qué nos enseña este estudio con respecto a nosotros y respecto a la esposa en particular?
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