miércoles, 23 de enero de 2008

La hija de Faraón


La hija de Faraón


"Y vio ella la arquilla entre los juncos, y envió una criada suya a que la tomase" (Exodo 2:5).

LEASE: EXODO 2:5-10; HECHOS 7:20-22; HEBREOS 11:23-28

Había muy pocos judíos en Egipto que vivieran en el distrito del palacio real. El rey los destinaba en su mayoría a la región de Goshen o Pithom y Ramesés. Ello explica que no ocurriera probablemente en ninguna otra ocasión que alguna familia hebrea desesperada recurriera a depositar a un niño en el río, para ver de salvarlo. En todo caso, para la hija de Faraón tiene que haber sido un espectáculo sorprendente encontrar a un niño escondido entre juncos cuando iba a bañarse al río.

Lo que nos interesa destacar es que tenía que haber un corazón humano de veras latiendo dentro del pecho de esta princesa pagana. Habría en el fondo del mismo, a pesar de la pompa y formalidad de su vida en el ambiente regio, el verdadero impulso que mueve a las madres a abrazar en su pecho a la criatura.

La imaginación de la princesa sería cautivada por el pequeño, sonrosado y caliente, vivo, probablemente llorando entre los juncos. La princesa sabía que su padre había ordenado que todos los niños varones de los hebreos tenían que perecer ahogados. Y por ello es muy probable que hasta cierto punto se diera cuenta de que en este extraño suceso había una añagaza, y que el niño que tenía intención de quedarse pertenecía a los que debían perecer por orden de su propio padre. Pero la princesa no tiene en cuenta la amenaza de

tener que hacer frente al ceño de su padre que le podía exigir cuentas por su acto. Da rienda a su impulso amoroso, maternal, y acepta la oferta de María, haciendo oído sordo a la sospecha añadida cuando la niña le dice que iría a buscar "una nodriza entre las hebreas para criar al niño".

La princesa está conforme, y la orden que la da es el sello le protección para el niño. La "nodriza" tiene órdenes de devolver al niño una vez criado. Y así sucedió. "Cuando el niño creció, ella lo trajo a la hija de Faraón, la cual lo prohijó, y le puso por nombre Moisés."

Esta serie de acciones de una princesa pagana puede ser causa de sonrojo a más de una madre cristiana hoy en día. Cuando el niño acaba de nacer parece que les sale el amor por todos los poros, están locas de alegría, como suele decirse, pero tan pronto como empiezan las responsabilidades y el cuidar a la criatura limita su libertad de movimientos, empieza el descuido y negligencia en la crianza. Esta conducta es indigna de personas. Todo el afecto e ilusión inicial es espuma y desaparece al llegar la realidad adusta y agria.

En comparación, la conducta de esta princesa egipcia demuestra su grandeza. Era una mujer pagana, pero su conducta hacia Moisés ilustra que estaba por encima de lo que esperamos de los paganos. Para ella el niño Moisés no era un objeto de ilusión y de juego. Se cuidó de hacer planes para su bienestar sin contar los riesgos personales que implicaban su decisión.

Preguntas sugeridas para estudio y discusión:

1.¿Qué podemos aprender de esta meditación respecto al cuidado y crianza de nuestros hijos?

2.¿Por qué era necesario que Moisés tuviera esta educación particular para cumplir los planes de Dios?

3.¿Podría haber permanecido leal a su Dios una persona con un carácter distinto del de Moisés?

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