lunes, 5 de octubre de 2009

¿Dónde estás tú?

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Después de desobedecer, Adán y Eva se vieron en un problema terrible. Su primera reacción fue ocultar lo hecho, en vez de admitir su error.

Unas hojas de higuera no pueden ocultar el problema básico del pecado, pero aún hoy seguimos haciendo lo mismo (v. 7). En lugar de reconocer y confesar el pecado, tratamos siempre de buscarle un arreglo rápido a la situación.

La segunda reacción de Adán y Eva fue evadir a Dios. Sabían que eran culpables, pero en vez de venir a Él para restablecer la relación, se escondieron del Señor (v. 8). Podemos hacer lo mismo cuando elpecado rompe nuestra comunión con Dios. ¿Se ha encontrado usted alguna vez evitando orar y leer la Biblia por estar luchando con el pecado y los sentimientos de culpa?

La tercera reacción fue tratar de evitar la responsabilidad personal, culpando a otros (vv. 12, 13). La culpa no se elimina poniéndola sobre los demás. Cada uno de nosotros es responsable delante deDios por sus actos, no importa las circunstancias o quienes más estén involucrados.

A pesar de los intentos de Adán y Eva de esconder su pecado, el Señor vino a ellos (v. 9). Nuestro pecado jamás es lo suficientemente grande para ocultarnos de Dios; nuestro Padre celestial sigue llamándonos y preguntándonos: “¿Dónde estás tú?” Él sabe lo que hemos hecho, y por qué, pero nos hace la pregunta para que podamos ver nuestra desesperante situación.

Jamás permita que la culpa o la vergüenza le hagan esquivar a Dios. Él busca siempre a los que han convertido a sus vidas en un caos, y les habla por medio de su Palabra, de su Espíritu y de su pueblo. Hay perdón y relación restaurada para quienes están dispuestos a escuchar y responder con confesión y arrepentimiento.

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